Mi vida con ellos Diego y Malcolm,
mis hijos.

ESTHELA SALINAS DE ALDAZ 

Mi nombre es Esthela, tengo 46 años y dos hijos diagnosticados con autismo, mi hijo mayor se llama Diego tiene 8 años y fue diagnosticado cuando tenía 1 año 8 meses aproximadamente. Cuando me enteré de su condición, no entendía cómo un bebé que siempre fue sano y que nunca mostró señales de algún retroceso estuviera pasando por esto, no entendía cómo y por qué, por qué él, me preguntaba mil veces, qué hice mal, en qué fallé, es lo primero que se me vino a la mente, recuerdo que fui sola a recoger sus resultados y todo fue un caos en mi cabeza, si mal no recuerdo su diagnóstico fue: autismo con déficit de atención y no recuerdo exacto que más, yo ajena a esos términos le preguntaba a la psicóloga, pero bueno eso cómo se cura, qué medicamento le voy a dar. Cuándo se le va a quitar. Ella solo me miraba, fueron tan duras sus palabras que me dio un ejemplo de cómo sería la vida de mi hijo en un futuro y que eso no era una enfermedad, era una condición con la que tenía que vivir por siempre, su ejemplo fue: Mire señora su hijo, dudo mucho que un día pueda ir solo al baño, que pueda hablar fluidamente o que pueda valerse por sí solo cuando sea grande. 

No podía creer lo que cruelmente me decía, digo hay maneras no? en fin... Mis días después de ese momento fueron distintos, ese día cambio mi vida, me daba miedo lo que nos esperaba, lo que a él le espera, siempre pensaba poder vivir lo suficiente para estar con él? ese siempre ha sido mi miedo, aún en estos días... los días pasaban y yo seguía mal, lo veía y aún no podía creerlo, pero también pensaba en todo, tardé como una semana en asimilar la situación y fue cuando comprendí que un día más triste no cambiaría nada, al contrario, era un día más perdido para él. Empecé a investigar, a infórmame, en ese entonces no se hablaba del tema no sabía a quien recurrir, a quién preguntar, fueron días donde me sentí sola y confundía.... investigando encontré un grupo de apoyo de padres con hijos con esos síntomas y no dude en ir, al llegar a ese lugar sentía miedo, pero fue más el amor a mi Diego que dije ahora o nunca, tienes que enfrentar tus miedos, pero sobre todo tus dudas Esthela y así fue. 

Me encontré como con 10 parejas de padres que platicaban sus experiencias y de ahí en adelante no me sentí tan sola, saber que no era la única, me daba fe en que si ellos podían, yo podía también, así pasaron los meses y no veía mucho cambio en Diego, fueron días y noches muy largas, agregando mi embarazo avanzado, el mundo se me venía abajo algunas veces, en fin. Nace mi segundo hijo, y todo fue más difícil, dividirme entre los dos fue una odisea, Malcolm requería de mí en todo momento pero Diego me necesitaba más, realmente no sé como me partí en dos, en tres, en mil, para cubrir las necesidades que mi familia requería, pero lo logre, cuando de pronto noté algo en Malcolm que me hizo temblar, pensé esto no puede estar pasando, Malcolm, de bebé empezó a tener un comportamiento extraño, se pegaba mucho en la cabeza y hacía cosas que me recordaban a Diego, pensé: no puede ser que Malcolm también tenga autismo, seguramente está tomando actitudes de su hermano, pero algo dentro de mí lo dudaba, pasaron los meses, entre dudas y trabajos, entre miedo de no querer aceptar la verdad y cansancio, hasta que me armé de valor y pedí un examen para Malcolm, mis dudas se aclararon cuando llegó la confirmación de que Malcolm, también era un niño autista, pensé esto no puede estar pasando, pero ya tenía camino recorrido con Diego y eso hizo todo más fácil de alguna manera.

Les puedo asegurar no que fue fácil, nada fácil, sola se hace más pesada la carga, de eso han pasado 5 años, que se dicen fácil, pero solo yo sé, lo que he pasado con ellos, no habido día desde que me enteré de Diego y luego de Malcolm que no haya estado a lado de los dos, es que son tan distintos, he aprendido tanto tantísimo de ellos dos, aprendí que las sonrisas, se ganan, que las cosas se dicen sin filtro, ellos son así, que no hay día que me sienta la mama más orgullosa de ellos, esta historia dio una vuelta increíble, cuando empecé a ver los resultados de mis noches en vela, de mis días interminables, de mis desesperados atardeceres, de mis innumerables lágrimas, pero sobre todo de mi inquebrantable fe en ellos dos.

Mi hijo Diego, les cuento que está por cumplir 9 años, y es un niño tan inteligente, tan en su mundo, tan en sus cosas, amoroso como él solo, el día que me dijo mamá, el día que empezó a ir al baño solo, el día que empezó a leer, el día que empezó a comer solo, el día que contó una historia completa, el día que montó a caballo por primera vez, el día que se aprendió en media hora todas las ciudades de los estados unidos, el día que me preguntaba por qué el rombo y el trapezoide eran diferentes, el día que me dijo la tabla periódica completa, el día que se interesó por el sistema solar, el día que hizo un rompecabezas de 100 piezas en 5 minutos, el día que corrió a mis brazos cuando fui a recogerlo a su primera escuela, el día que se quedó dormido en mis brazos y dormido me decía que me amaba, el día que conoció a Malcolm y sin decirle nada, fue por sus juguetes y se los puso en su cuna, el día que acaricio a un perrito con toda la ternura del mundo, en fin, no terminaría de darles ejemplos, pero esos días sabía que lo estaba logrando, sabía que todo era perfecto, porque estuve ahí, porque me informé y no me quede cruzada de brazos esperando un milagro, porque el amor a un hijo así va más allá de los desvelos o el cansancio en tus hombros, porque lo sentí muchas veces. Hoy es un niño feliz, inteligente y en clases avanzadas, amante de los caballos, el recibe Equinoterapia y yo a lado de él, viéndolo a lo lejos, como se va formando mi pequeño hombrecito. 

Malcolm es el soñador, el romántico, el enamorado, el comprometido con nuestro mundo, el que se enoja por que tiran basura, ahí anda mi niño recogiendo todo para tirarlo en el bote, el que quiere ser astronauta, el que sale en las noches de luna llena solo para admirarla, cuántas, cuántas veces no nos hemos tirado en el pasto para verla acostados los dos: ya viste mamá, qué hermosa se ve la luna, si Malcolm es hermosa, mama un día yo voy a ir ahí, pero tú vas a ir conmigo, ok. Si Malcolm, un día vamos a ir juntos, pero si no me dejan ir a mi, yo volveré aquí para verte ok, ok mamá, ok mama, Malcolm ama dibujar, ama cantar, ama sembrar semillas y verlas crecer, tenemos, tomates, chiles, plátanos, aguacates, piñas y limones, y todos sembrados por él, mamá vamos a ponerles agua a mis plantas han de tener mucha sed, si Malcolm espérame ahorita vamos... mamá ya viste qué bonita está la mañana, si Malcolm está preciosa, y ahí empieza mi soñador a darle gracias al sol por su luz, qué haces cuando entras a su cuarto y lo vez abrazando una pelota con forma del mundo, ven mama abrázalo es nuestro hogar, hay que cuidarlo, ésos son mis hijos, esos son los niños a los que una vez me dijeron: no espere mucho de ellos por que no va a pasar, una madre que tiene fe y amor hacia esos hijos que esperó por tanto tiempo nadie, nadie le puede decir que eso no se puede, por que para una mamá nada es imposible.... 

Espero un día los conozcan y se den cuenta que me quedo corta al describirlos, hoy mi vida tienen otro rumbo, cambié la historia lo sé, y solo le pido a Dios, al universo, a Buda, como le quieran llamar, sólo pido: tiempo porque se que estos dos llegaran muy lejos y deseo de todo corazón llegar a verlo... porque así será.

ESTHELA SALINAS DE ALDAZ